Te voy a contar un vicio secreto. Cuando paso por la Gran Vía, voy de compras o simplemente me apetece un capricho, no puedo resistir la tentación de entrar en la Pastelería Arrese y hacerme con uno de sus pasteles, bollos o las famosas trufas, emblema de la casa.
Esta pastelería es una de las más antiguas de la ciudad. La casa comenzó su andadura en 1852 y la pastelería de la Gran Via abrió sus puertas en 1925. Desde entonces, ofrece lo mejor de lo mejor en dulces,
Entrar en la pastelería Arrese es como trasladarte al Bilbao de comienzos del siglo XX. Desde el escaparate ya se te hace la boca agua sólo de ver los dulces dispuestos en las estanterías y adornados con preciosas cajas y lazos. La decoración interior está cuidada al máximo y se mantiene la original de la apertura. Los muebles, el maravilloso mostrador de mármol, los botes de caramelos… y el olor a dulce. Dicen que el escritor Miguel de Unamuno visitaba todas las tardes esta pastelería para comerse un pastel ruso.
Arrese, siempre ha destacado por su gran calidad. En el obrador se sigue trabajando artesanalmente y poniendo el mismo cariño de siempre, las mejores materias primas para darnos un momento de felicidad.
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