Entras en la tienda, fisgas, pruebas, comparas y eliges. Es como un supermercado de la belleza.Esta forma de comprar cosméticos, perfumes y productos de belleza se impuso en Limoges en 1969, de la mano del innovador Dominique Mandonnaud.Se dejaba atrás la idea del comercio de venta tradicional. Las clientas contaban así con la oportunidad de elegir probando, experimentando y descubriendo; las vendedoras no eran meras expendedoras de producto, sino que se convirtieron en guías, asesoras y consejeras de belleza.
Sephora ofrece, además de la distribución de los productos, una serie de servicios de valor añadido que aportan distinción y fomentan la fidelidad de sus clientas: sesiones de maquillaje y cuidado de uñas y diagnósticos de piel gratuitos, lecciones de automaquillaje, peeling flash…Todo para que aprendas a cuidarte y a sacar el mejor partido de tu aspecto.